Hay ansiedad.

Ansiedad por ver a Ibrahimovic cumplir con el papel encomendado previo pago de 45 millones más el tercer máximo goleador de la historia del Barça.

La percibo cada vez que escucho aquello de "ej que son jugadóreh mu diferénte" , o, sin ir más lejos, esa cantinela tan conocida del "ej que se tiene que adaptar". Excusas. De barra de bar o de editorial deportiva conchabada para demonizar al que marchó y ensalzar los valores del recién llegado. Burdas excusas. El estadista, con los números en la mano, esbozará su sonrisa, sí, pero no la mejor de ellas (Rivaldo, Romario, Ronaldo, Ronaldinho, Messi...). Aún no, no se deje engañar.

De momento el sueco las enchufa: tres de tres. Pero ustedes estarán de acuerdo conmigo que han sido tres regalos más que 3 ejercicios artísticos que faciliten realmente el ensalzamiento que antes mencionaba. Los mismos regalos, me gustaría incidir, que hacían servir los detractores del antecesor en el puesto para desprestigiarlo y despreciarlo. Juguetes fabricados en serie que los Reyes Magos reparten por todo el mundo (con especial atención en Can Barça). Las mismas asistencias a boca de gol. El pase hecho arte para dejar al delantero en una posición envidiada desde nuestras casas. Pero claro, ahora se ve todo de color rosa: no son ofrendas, es juego de equipo. Y no se le ocurra decir lo contrario, salvo que hable de cierto león indomable. Ahora todo está bien.

Aún y así, el sueco no convence. Le falta ardor guerrero, y, sobretodo, un partido (o dos, o tres, o unos pocos...) en el que estampar su firma personal. Una acción de esas de Youtube que tanto nos gustan. Hay ansiedad por ampliar la colección, y claro, a poder ser, con la camiseta del Barça.

Ánimo Ibra. Lo vas a necesitar.

Saludos cordiales.