Resultadistas y canallas

Recibimos noche y dia desde los medios de comunicación relacionados con el deporte que el camino para conseguir la victoria es tan importante como la victoria misma. Si no más.

Tan interiorizado lo tienen algunos que no es raro encontrarte con aficionados de determinados equipos que desprecian a tal o cual jugador, o a tal o cual entrenador por la peregrina razón de que no encaja en su filosofía.


Pensemos por un momento en la selección. Pensemos en qué hubiera pasado si Casillas no hubiera parado o Fábregas no hubiera metido. Sólo eso. Un detalle. Un segundo. Hubiéramos recordado que se goleó a Rusia al contrataque o que sólo se pudo ganar a Suecia o a una flojísima Grecia en el último minuto. Es decir: lo mismo de siempre. Luis hubiera vuelto a ver las portadas pidiendo su marcha en vez de recoger premios. Como en Méjico. Como en Inglaterra (un detalle como el de Nadal tirando el penalty). Como en el Benelux (el penalty de Raúl). Como en Corea. Como en Estados Unidos (Eloy)...

Pero si preguntas nadie se considera resultadista. Todos quieren que su equipo juegue bien, que merezca la victoria. Todos quieren que su directiva sea honesta, comprometida, simpática. Así ya llegarán los resultados. Los esperaremos ilusionados y pacientes.


Hipocresía pura.

Tontería manifiesta.


Pensemos por otro momento en Laporta, por ejemplo. Tan solidario, tan majete, tan comprometido, tan patriota, tan popular... hasta que su equipo ha dejado de ganar. Todos pacientes con su filosofía, hasta que se han cansado de perder y el entrenador ex-maravilla a la calle, y con él los jugadores, y con ellos el presidente. Laporta pensará "panda de desagradecidos" y no sin cierta razón. Le han aguantado algunas barbaridades mientras ganaba. Entonces respondía a la "filosofía" del club. Ahora no.


Lo mismo funciona para Calderón. Se sostiene porque ha ganado dos ligas, incluso con guerra mediática contra él (y con él). Cuando pierda cuatro partidos sabe que será un cadáver secándose al sol a la entrada de Madrid.



Si no se gana da igual una gestión honesta (y no digo que la de estos dos elementos lo sea). Si no se gana da igual entrega a los colores (¿verdad Eto'o?). Si no se gana no se soporta la juventud ni la veteranía. Si no se gana no se aguanta ni el tiki-taka ni el contragolpillo traicionero. Si no se gana la cantera son unos "mataos" y los fichajes unos mercenarios.


Pero todos queremos jugar bien. Muy por encima de la victoria.

Y voy yo y me lo creo.