Andrea Pirlo, el líder silencioso que habla con los pies

Andrea Pirlo (19/05/1979 - Brescia, Italia). Como ya escribía en la historia de Fabio Cannavaro, este es otro símil en el que un jugador azzurro tardó en consolidarse en su cima profesional varios años. En el caso de Andrea, una historia mucho más embarullada y discutida, en la que tuvo que probar suerte en varios equipos de la serie A incluso en serie B para hacer valer su enorme calidad, su manera de ver el fútbol sólo tenía un destino: triunfar.

Pirlo es un tipo con estudios y procedente de una familia adinerada de Brescia en la cual habría podido vivir su vida sin trabajar o trabajando muy poco para vivir muy holgadamente, sin embargo decidió ganarse la vida con lo que siempre quiso desde pequeño, desde que pegó sus primeras patadas al balón en las categorías inferiores del Brescia.

Su debut como profesional no se hizo esperar. Un Pirlo con 15 años debutaba en el Calcio con el Brescia, un equipo de los más débiles de la Serie A que luchaba por no descender, cosa que finalmente no pudo conseguir. Esa misma temporada descendió de categoría y no pudo volver a ascender hasta la temporada 96/97 temporada en la que volvió a descender. A pesar de no haber vivido momentos muy gratos en el club de Brescia, le dio tiempo a coincidir con un ídolo italiano del que pudo aprender grandes valores de los que hoy hace gala en los campos de fútbol y que más tarde os comentaré. Estaba hablando de Roberto Baggio. Por esa época, Pirlo era el mediapunta del equipo y ofrecía una gran conexión con Baggio. Los resultados del equipo no eran tan buenos. El Brescia volvía al pozo de la Serie B aunque para los grandes equipos del Calcio no pasó inadvertida la temporada del bresciani. El interesado fue el Inter de Milán que se llevó a Pirlo a sus filas una temporada nada productiva para él en la que apenas contó con minutos. Eso llevo al club a ceder a Andrea a la Reggina donde realizó otra grandísima campaña, aún de mediapunta. Le valió para volver al Inter con grandes esperanzas de contar con minutos pero a medida que avanzaba la temporada, un impotente Pirlo tenía que ver los partidos de su equipo desde el banquillo. Era un jugador incomprendido que daba muestras de su gran calidad a destellos. Fue un auténtico calvario para el jugador y él mismo recuerda: “De haber jugado más, hubiera podido demostrar mi valía. No fue agradable tener que pedir irme”, subraya Pirlo, para quien esa experiencia sigue siendo “una herida abierta”. Tuvo que volver a Brescia en el mercado de invierno para poder jugar y demostrar algo. Vaya si lo demostró… El Milán fue el siguiente equipo que quiso contar con Pirlo y darle la oportunidad de demostrar su clase a base de minutos y de reconvertir su posición para dar el paso definitivo a su asentamiento. Aquella reubicación táctica le ha valido para ser lo que es hoy en día en el mundo del fútbol pero yo diría más. En un fútbol como el Calcio impregnado de fuerza y aferrado al más estricto sentido táctico en los jugadores de medio campo, el Milán convirtió a un jugador de calidad como Pirlo para jugar en esa posición, por lo que ha sido la representación más obvia del cambio de estilo de los últimos años en el Calcio.

Considerado durante mucho tiempo como una eterna esperanza sin gran carácter, ni un gran físico, Andrea Pirlo se convirtió en el pivote indispensable no sólo del Milan AC, sino también de la Squadra Azzurra, retrocediendo una línea para actuar como una especie de recuperador-director de juego ubicado justo delante de su defensa.
“Desde que le pedí a Carlo Ancelotti que me pusiera atrás, tengo más espacio para jugar. De hecho, esta idea se me había ocurrido cuando jugaba en el Brescia. Ancelotti, que confió en mí, tuvo un papel fundamental en esta evolución táctica”, explica Pirlo. Tan indispensable se le considera que dirigentes y técnicos coinciden:

“Cuando él falta debemos cambiar de esquema táctico, porque nadie puede jugar como Pirlo, que es un futbolista único e irreemplazable”. Esto es lo que explicaban Adriano Galliani y Silvio Berlusconni (a los cuales se les ha acusado en multitud de ocasiones de confeccionar las alineaciones del Milán).

El juego de Pirlo es el que hace que desde el televisor veamos el fútbol como sencillo sin serlo en realidad. Poseedor de un perfecto pase tanto en largo como en corto y un grandísimo disparo que no duda en aprovechar cada vez que tiene ocasión. Sabe leer a la perfección los partidos y el juego colectivo. Su faceta más fuerte es el balón parado; tanto su lanzamiento de falta cerca de la frontal como los penaltis lanzados por Andrea Pirlo suelen ser garantía de gol.

El lanzamiento de una falta, un espectáculo si de Pirlo se trata:

Y es que no le faltó un gran maestro en su juventud que le orientara para ser el perfeccionista Pirlo de hoy. Era el ya referido Roberto Baggio a quien Pirlo observaba y aprendía después de cada entrenamiento del Brescia. Hoy aún no ha perdido esa costumbre y sigue haciendo lo mismo después de cada entrenamiento con el Milán, ya sin Roberto, obviamente. Él mismo lo explica, el lanzamiento de faltas inspirados en Roberto Baggio y Platini:

“Es un don natural que cultivo desde niño. Dos veces por semana, cuando termina el entrenamiento oficial, me quedo media hora practicando este ejercicio. Hago muchos ensayos. Me corrijo sin parar. Trabajo mucho la posición de mi cuerpo y de mis pies, para encontrar el impacto correcto con el balón, dosificando la potencia de golpeo en función de la distancia y el ángulo. Es ante todo una cuestión de trabajo y de análisis. Si un golpe franco va bien tirado, es imparable. Por mi parte, intento sobre todo que el balón vuelva a bajar lo más rápido posible. He estudiado mucho a Michel Platini en la televisión, y luego, en el Brescia, entrenaba con Roberto Baggio” Explica el bresciani. En esta frase podemos apreciar el lado perfeccionista de Pirlo. Un líder dentro del campo que habla con los pies. Así le definió uno de sus grandes valedores, y de ahí el título de este artículo. Era Marcello Lippi. “Sé desde hace tiempo que la clase de un jugador como Pirlo puede decidir un partido. He encontrado un líder silencioso, que habla con los pies”.

Su etapa en la Nazionale no ha sido menos gloriosa que en el Milán donde ha conseguido ganarlo prácticamente todo, Scudettos, Champions, UEFA y Copa y Super Copas de Italia. El colofón llega en 2006, al igual que Fabio Cannavaro, cuando ganan su primer título Mundial siendo al lado de su capitán, el gran artífice del triunfo. No obstante alcanzó el Balón de Bronze de la revista L’EQUIPE esa temporada.

A pesar de haber alcanzado su cima profesional relativamente tarde, Andrea Pirlo puede presumir de haberlo conquistado absolutamente todo a nivel profesional, no hay título de primer nivel que se le haya resistido a este virtuoso del fútbol.

Hoy permanece en el A.C. Milán donde sigue siendo pieza fundamental de un equipo venido a menos. Pero también hoy, ténganlo por seguro: Sigue siendo el engranaje perfecto en la artillería pesada italiana.